Artículos para ayudarte a entender mejor qué es el tono, de dónde viene, a dónde va, y cómo acercarte cada vez más a ese que te trae loco.

Cuenta Dave Hunter en su libro Guitar Rigs – Classic Guitar & Amp Combinations, que en el paso de finales de los 70 a principios de los 80, escuchó en demasiadas ocasiones la siguiente afirmación: “Demonios, podrías poner un buen juego de pastillas a una tabla de madera y podrías ahorrarte un montón de problemas y dinero”. Eran, dice Hunter, los tiempos en que las pastillas ‘hipermusculadas’ estaban poniéndose de moda, cuando muchos – salta a la vista – consideraban que para conseguir El Tono, uno debía concentrarse básicamente en ellas y no echar demasiada cuenta de toda esa retahíla de elementos que, en entregas pasadas, vimos que pueden afectar – y de hecho afectan – al tono final de nuestro instrumento.




Dave propone, no sin cierta sorna, comprar pues una Les Paul de finales de los 50, de esas que superan los 100.000 euros en el mercado vintage, quitar sus celebradas PAF, montarlas en un tablón (con su puente, afinadores y cuerdas) y atacar las cuerdas del nuevo instrumento. Por supuesto, ni Hunter ni nosotros esperamos que lo hagas, y te puedo asegurar que NO lo hemos hecho. Pero, aunque Jack White pudiera matizar todo esto con esa demostración que hace en el documental It might get loud – donde construye en unos minutos algo parecido a una guitarra con una tabla, una botella de Coca-Cola, una cuerda y una pastilla -, lo cierto es que todos podemos imaginar que los resultados no serían exactamente satisfactorios. O, al menos, que el tono de esa Les Paul distará mucho del de la tabla con las mismas pastillas.
Así pues, asumiremos de nuevo que todos aquellos elementos que enumeramos son importantes. Y añadimos: entre ellos, uno de vital importancia, íntimamente ligado con el diseño (características, formas, etc.) de la guitarra, es la madera con que ésta se construye. Bien es cierto que podríamos continuar el repaso a los elementos del tono por el lugar en que empieza – las cuerdas – pero lo dejaremos para cuando repasemos el resto de elementos mecánicos de la guitarra. Hablemos un poco de maderas, primero.

Sonido con cuerpo
La verdad es que toda esta polémica que apunta Dave Hunter con las pastillas debería haber perdido fuerza rápidamente ante una consideración: como heredera de sus predecesoras acústicas, parece de cajón que una guitarra eléctrica, su sonido, dependa en gran medida del material de su construcción.  Puede ser esperable cierta confusión ante el fenómeno eléctrico, pero si un acústica suena de tal manera en función de su madera, si el sonido final que escuchamos viene marcado por ella, las características del que llega a la pastilla eléctrica, de esa vibración que se transforma en señal y avanza por varios circuitos hasta el altavoz del amplificador, debe estar condicionado también por la madera. Por una sencilla razón: la madera está ahí para resonar, para, en primera instancia, amplificar esa vibración de las cuerdas.

Es sencillo: coge dos guitarras eléctricas y, sin enchufarlas, tócalas. El sonido que conseguirás será pequeño en cuestiones de decibelios, pero está ahí. Y rápidamente podrás notar diferencias entre uno y otro instrumento. Dave Hunter, en ese indispensable libro también apunta esto: esas diferencias en timbre que escucharás, serán vitales, ya que ocurren antes de alcanzar la circuitería. ¿Otra prueba? Dejémoslo en una pregunta: ¿por qué dos Les Paul, o dos SG, del mismo modelo, no acaban de sonar exactamente igual aunque el diseño sea el mismo?

El misterio, que tampoco es tanto, está pues en la madera. Diferentes tipos de madera, diferentes diseños de construcción (acústico o sólido, de una sola pieza o con láminas, de tapa curva o plana..) y diferentes maderas incluso de un mismo tipo, determinan esa primera resonancia fruto de cómo la madera absorbe y devuelve la vibración de las cuerdas. Así, a la densidad propia de cada tipo y pieza, se une el diseño con que se construye para crear el timbre básico del instrumento.

 

Nombres y adjetivos

Algo que hay que tener claro, por tanto, a la hora de seleccionar un instrumento, o de combinar o jugar con los elementos disponibles para lograr nuestro tono, es qué características aportará la madera con que queremos conseguirlo. Las más usadas en la construcción de guitarras son: arce (maple), caoba (mahogany), aliso (alder), y fresno (ash). También común es el tilo americano (basswood), y el ébano, el palorrosa o el palisandro para ciertas partes (diapasones), aunque la diversidad es amplia.

En cuanto a características se refiere, podemos decir que en líneas generales que la caoba ofrece una importante densidad, con tendencia a comprimir las frecuencias medias, con un tono gordo y cálido, y graves potentes. El arce también tiene una buena respuesta de graves, potencia en los medios altos, y, según el tipo (blando o duro) más o menos claridad en los agudos. El fresno suele ofrecer graves sólidos y un registro medio pronunciado y agudos brillantes, con mucha resonancia en todo el espectro sonoro. Y el aliso, una madera muy ligera en cuanto a pese se refiere, se caracteriza por sus agudos notables, graves firmes y un buen registro medio.

Esto son solo unas líneas generales, que en muchos casos habría que matizar según la construcción: la combinación de diferentes maderas es muy común. Por ejemplo, un cuerpo de caoba con tapa de arce, un clásico incombustible, con el diferente comportamiento de ambas maderas con las frecuencias medias, logra un tono carnoso, con sustancia, con medios potentes y una respuesta equilibrada entre graves y agudos, resultando en un tono muy musical, definido y suave a la vez que poderoso.

Podríamos seguir escribiendo muchas páginas sobre combinaciones de maderas (arce sobre fresno, sobre tilo, etc.), pero basta por el momento con retener esta idea: cada madera, o cada combinación de maderas, tiene unas características propias de densidad que determinarán indefectiblemente el sonido que las pastillas transformarán en señal eléctrica, y que acabará siendo nuestro tono. Conocerlas es saber qué podemos esperar de ellas (al comprar una guitarra, al buscar un sonido con la nuestra) y por dónde empezar a jugar con los diferentes elementos para conseguir ése que acechamos.

¡Y eso que ni siquiera hemos llegado a hablar de los mástiles! Te esperamos en la siguiente entrega...